El poeta, dramaturgo y filósofo Schiller (1759- 1805), entendía que el arte podía curar, no en un sentido físico sino en un sentido moral. El hombre moderno, heredero del paradigma cartesiano y del mundo desencantado, partido a la mitad entre su razón y sus sentimientos, necesita encontar modos de compatibilizarlos y el arte puede lograr la integración.
El arte puede incluso hacernos mejores personas, educarnos en el sentido moral de la palabra, pues entonces el arte sería una de las formas de perfeccionamiento del hombre.
Por otra parte los arte- terapeutas afirman que la terapia artística es eficaz, que alivia y cura, ya que al trabajar con imágenes internas y dar posibilidades de expresión no verbal posibilita la tranformación y el cambio. Tomando estas reflexiones cabe destacar la importancia de los talleres de participación comunitaria donde se lleva a cabo una tarea conjunta, basada en la ayuda y la cooperación, teniendo en cuenta el desarrollo de la creatividad, que enriquece a todos los que participan de ella. La actividad conjunta hace al desarrollo de las potencialidades del individuo y del grupo por lo tanto favorece al mantenimiento y mejoramiento de la salud.
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